El cuerpo cambia con el embarazo y también, las sensaciones al comer. Un nutricionista nos ayuda a elegir los alimentos para llevar mejor la gestación.
El embarazo es probablemente uno de los mayores esfuerzos fisiológicos que una mujer adulta debe afrontar. Durante este proceso, la futura madre experimenta una serie de cambios, tanto físicos como emocionales, que llevan a que este periodo de 280 días de media sea una de las etapas más bonita pero también más sufridas de la vida de una mujer.
Y cuando digo sufridas, es porque durante la gestación, ese esfuerzo fisiológico hace que la mujer tenga que modificar las rutinas a las que está acostumbrada, incluso en la alimentación. De hecho, seguir algunas pautas nutricionales puede hacer más llevaderas algunas de las molestias o complicaciones que en ocasiones surgen durante el embarazo.
Náuseas y vómitos.
La aparición de estos síntomas es frecuente en las primeras semanas de gestación y normalmente desaparecen a las 12 ó 16 semanas. Suelen tener mayor incidencia en las primeras horas de la mañana y se van reduciendo a lo largo del día. ¿Las causas? No están del todo claras. Los cambios en los ritmos de los movimientos intestinales, aspectos endocrinos, déficit de ciertas vitaminas o cambios en el metabolismo pueden contribuir a este malestar. Para, al menos, controlar estas molestias podemos hacer varias cosas:
· Tomar alimentos secos y ricos en hidratos de carbono. Son fáciles de digerir y se toleran mejor que otros más jugosos. Colines, pan tostado o galletas tipo cracker son una buena elección para esas primeras horas de la mañana. En esta etapa es mejor reducir en lo posible el consumo de alimentos ricos en grasa (mantequilla, margarina, aceites, bollería…), más pesados para digerir.
· Hacer al menos cinco comidas al día y de pequeñas cantidades. Si este consejo es aplicable a la mayoría de la población, a las mujeres embarazadas les facilitará mucho la digestión y el bienestar. - Beber líquidos, sobre todo, entre comidas.
· Si esas náuseas y vómitos son debidas a un olor en concreto de los alimentos, es mejor evitarlo utilizando técnicas culinarias menos aromáticas, como preparar carne hervida o platos fríos (son menos oloroso que los calientes).
Acidez gástrica.
Es muy frecuente, sobre todo en el tercer trimestre del embarazo, cuando el útero ha aumentado mucho su tamaño y presiona el estómago. Además, la relajación del esfínter del esófago en esta etapa hace más fácil el reflujo y la regurgitación. ¿Cómo controlarlo?:
· Evitar la cafeína, el alcohol, así como las comidas grasas, copiosas y los alimentos con mucho azúcar, mucha sal o muy condimentados. Estas comidas obligan al sistema digestivo a segregar muchos jugos gástricos, lo que propicia esa sensación de acidez.
· Masticar mucho y despacio, y mantener la costumbre de hacer comidas frecuentes.
· Evitar las bebidas gaseosas.
· No acostarse inmediatamente después de comer.
· Vestir ropas amplias.
Estreñimiento.
Éste se produce sobre todo por la disminución de la actividad física, porque el intestino varía el ritmo de sus movimientos, y por la presión que ejerce el útero sobre el estómago y el intestino. Además, el feto oprime el sistema venoso perianal, sobre todo al momento de defecar, lo que puede causar hemorroides. Para controlarlo, podemos seguir algunas pautas de alimentación:
· Tomar más fibra y líquidos. Las verduras y los cereales integrales, además de beber mucha agua, son los mejores aliados.
· Hacer ejercicio moderado y a diario. Caminar es el mejor deporte en esta etapa.
· Las hemorroides mejoran si en la dieta evitas los picantes, las grasas, las especias y el alcohol. En este caso, es especialmente importante no permanecer de pie durante mucho tiempo.
Si los problemas anteriores los podemos considerar más o menos comunes, y se pueden sobrellevar con una nutrición adecuada, dos complicaciones como la diabetes gestacional y la hipertensión inducida por el embarazo requieren una especial atención y control de la alimentación.
Diabetes gestacional.
Esta resistencia a la insulina se suele producir como reacción al estrés del embarazo y se resuelve después de este. Pero los problemas que pueden provocar en el bebé y en la madre llegan a ser muy graves si no hay el debido control. El test de O´Sullivan, hacia la semana 24 de embarazo, ya trata de anticiparse al problema y si se detectan altos niveles de glucosa será fundamental seguir con rigor una dieta marcada por el especialista. A ello hay que sumar hacer ejercicio moderado y controlar el peso.
Hipertensión inducida por el embarazo.
La preeclampsia y la eclampsia son situaciones complicadas de hipertensión que pueden presentarse en la gestación. Las dos pueden comprometer de forma seria la salud de la mamá y la del bebé, por lo que hay que hacer todo lo posible para evitarlas. Han de tener especial cuidado las adolescentes menores de 15 años, las mujeres que tienen su primer embarazo en edad avanzada y aquellas de peso muy reducido. Un estudio del estado de salud general previo al embarazo, así como una dieta adecuada, antes y durante la gestación, suelen ser los mejores métodos para evitar estos cuadros.
Álvaro Reviejo
Comments